viernes, 8 de octubre de 2010

SER PAYASO ES... POR LAURA GONZÁLEZ BARRO

Ser payaso no es hacer el ridículo, es no tener miedo a jugar.

Cuando un payaso se coloca su nariz, todo es mágico y concebible, porque el payaso es un ser único y perfecto que hace que todo sea capaz. Si quiere que la escoba pueda volar, podrá, y todos verán que vuela, y quien no lo vea, es porque se ha dejado las gafas en casa. Es por ello que todo error se le perdona, porque al payaso le conocemos perfecto, tierno, emocional y torpe.

El payaso juega con el absurdo sabiendo que es lo que más se asemeja a las conductas a veces tan incomprensibles y liosas del ser humano. Es entonces que el payaso coge esas conductas y las estira, las estruja, las pone en forma de flor, de nube o de brisa y convierte lo incomprensible y lioso en lo que es, algo de lo no tiene nadie por qué preocuparse, que no tiene importancia. Porque el payaso sabe que cuando alguien pierde diez minutos pensando el por qué, está perdiendo diez minutos de sonrisas.

El objetivo del payaso es hacer reír para así sentirse querido y experimentar el placer de dar y recibir. Para transformar temporalmente su realidad y la del resto. Así pues, donde hay rascacielos él ve gigantes que se quedaron dormidos de pie, y cada pompa de jabón es una entrada a otra dimensión, ya sea al mundo de la Cenicienta o el de Pinocho.

El payaso no es payaso por tener los ojos cerrados a la realidad, al contrario, es por tenerlos inmensamente abiertos que el payaso decide convertirse en lo que es. Le provoca tanto dolor ver tristeza y sufrimiento alrededor que su fuerza de payaso le empuja a querer hacer algo y sale su personaje, su yo más escondido. El psicólogo te orienta para intentar mantener tu equilibrio emocional, el médico repara tus lesiones físicas y el payaso te ayuda a que te recuperes antes gracias a la risa.

Payaso eres tú, es aquel, y somos todos cuando vemos una lágrima asomar en el rostro del prójimo y cerramos los ojos y los abrimos siendo otro lleno de ideas para conseguir hacer ese sufrimiento más liviano.

Laura González Barro.



1 comentario:

Marta dijo...

Que escrito tan bonito...!!